Cuidado que este no es un debate menor. De hecho, sería un debate de altura incluso en el ámbito macroeconómico. Pero, en este caso, lo vamos a bajar a la tierra para analizarlo desde el punto de vista de las finanzas personales y una economía media.
Con carácter general se entiende que el consumo es necesario, y, más aún, tras un periodo de recesión duro como el que está provocando la pandemia de coronavirus, los estímulos para la reactivación en buena medida van a depender también de un aumento de la decisión de consumo.
Sin embargo, esto que en un análisis global puede ser una buena idea, dentro de las finanzas personales no siempre resulta lo más adecuado.
¿Cuánto consumir y cuánto ahorrar?
Vaya por delante que no puede hacerse un análisis con carácter general que sirva del mismo modo para cualquier tipo de economía personal o familiar. También, que existen formas muy diferentes de entender lo que cada uno debe hacer con su propio dinero.
Obviamente, vamos a encontrar perfiles que apuestan de manera directa por el consumo y evaden el ahorro, buscando la gratificación inmediata de colocar su dinero a través del gasto, mientras que, también existen perfiles en el vértice opuesto que buscan ahorrar en la mayor cantidad posible de dinero para, en el futuro, alcanzar la libertad financiera y no tener que depender de salarios disponiendo de más tiempo.
Ambos son casos extremos, pero muy representativos y, también, con una gran presencia en la forma de gestionar las finanzas personales.
Para una gestión equilibrada de la economía personal, es, valga la redundancia, en el equilibrio donde probablemente encontremos la mejor receta.
Por un lado, porque el consumo es necesario, e incluso saludable, mientras que, el ahorro es estrictamente una obligación financiera para cualquiera que en el futuro no quiera perder poder adquisitivo ante un imprevisto, o, ante la jubilación.
El equilibrio lo debe establecer cada uno. Hay que buscar donde nos sentimos más cómodos en esa relación entre gastos e ingresos y ahorro.
En general se suele tender a un mayor gasto en consumo del estrictamente necesario, por lo que, una buena revisión de nuestros niveles de gasto no está nunca demás. Y, además, es probable que desea revisión de los niveles de gasto surja una cantidad extra que es la que podemos destinar al ahorro.
¿Pero entonces es malo consumir más que ahorrar?
Pues si lo analizamos estrictamente desde un punto de vista financiero en el que entendemos que una parte del consumo que genera gastos mensuales no es estrictamente necesario, y que, sin embargo, con ese dinero invertido podríamos estar obteniendo ganancias, un consumo excesivo no es una buena idea.
Volvemos en este caso al apunte que hacemos anteriormente, el consumo puede ser y es necesario, pero un exceso de consumo no es bueno para nuestro bolsillo.
Resulta recomendable en todos los casos, combinar un análisis profundo de los gastos e ingresos y plasmarlo en un presupuesto sobre el que gestionamos las decisiones. Las decisiones tomadas sobre un documento que acredita la realidad de nuestro bolsillo suelen ser bastante más acertadas que cuando no tenemos conciencia de hacia dónde va y cómo se gasta una parte importante de nuestro dinero.